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La glocalización de la comunicación (página 2)



Partes: 1, 2

Los acuerdos de libre intercambio llevaron a
polémicas que acabaron en 1993 con la exclusión de
las producciones audiovisuales y culturales, y ello ahondó
las divergencias entre los defensores de las identidades
culturales y los partidarios de la aplicación del
criterios de mercancía para toda forma de producción. Para Armand Mattelart(3),
concederle al usuario un rol activo, devolviéndole como
consumidor su
capacidad de discernimiento e insistiendo sobre su libre
albedrío, no sería totalmente negativo si no
significase la eliminación de la cuestión de la
desigualdad de los intercambios en el mercado mundial
de los productos
culturales y la necesidad de proteger la diversidad de culturas
mediante políticas
nacionales y regionales apropiadas.

Según Mattelart, los anos ochenta estuvieron
marcados por la búsqueda de una cultura
global, pero también fueron los del desquite de las
culturas singulares. Considera que la descripción del actual proceso de
mundialización de los intercambios culturales y
económicos con la noción de globalización no es muy acertada y
sería preferible considerar la fase actual como la de la
aparición de una "comunicación-mundo" planetaria que suscita
nuevas disparidades entre países, regiones o grupos
sociales. Mattelart hace radicar el interés en
la forma en que cada cultura y comunidad recibe
y modifica los mensajes difundidos por las redes mundiales de la
comunicación.

La comunicación internacional afecta en la
actualidad a los límites
culturales del mundo. Desde la segunda guerra
mundial la influencia de ciertas regiones creció
mucho, y hoy la mayor parte del tráfico cultural fluye
desde las regiones anglófonas. Algunos investigadores
centran más su interés en la cultura en un sentido
próximo al utilizado en 1961 por Raymond Williams en su
obra Culture and Society(4), el de la expresión de la
experiencia humana diariamente compartida, y buscan evidencia de
la convergencia en las cosas en que la gente piensa, las maneras
de pensar y las formas en que las cosas se expresan a
través de prácticas sociales diarias. Lo que
encuentran no es tanto una cultura global homogeneizada como un
mundo en el que, cada vez más, cada localidad está
tipificada por la hibridación cultural y la heterogeneidad
sujeta a fuerzas transnacionales y globales.

Por su parte, el estudioso Martin Shaw deja un poco
aparte los aspectos de carácter cultural de la
globalización y se centra en las relaciones sociales.
Para Shaw, la sociedad
global no es sino el entero complejo de relaciones sociales entre
seres humanos en una escala mundial. Y
mientras que la sociedad global en este sentido contiene todas
las relaciones sociales, no todas las relaciones se definen, de
hecho, a un nivel global. En definitiva, la sociedad global
también puede ser vista como el mayor marco de trabajo o
contexto posible de relaciones sociales, pero no necesariamente
el contexto más definitorio de todas las relaciones
sociales.

Desde este punto de vista, la mejor manera de entender
la sociedad global es concibiéndola como un universo social
diverso en el cual las fuerzas unificadoras de la
producción moderna, los mercados, las
comunicaciones
y la modernización cultural y política
interactúan con muchas segmentaciones y diferenciaciones
globales, regionales, nacionales y locales(5).

Hace más de treinta años, Kindleberger
apuntó el camino hacia un paradigma
global con la predicción del inminente fallecimiento del
estadonación
como la unidad económica primaria. Más
recientemente, surgió la idea de que numerosas
corporaciones se estaban globalizando en el sentido de que, de
modo creciente, parecían no querer conexión con
ningún estado-nación
en particular y estaban distribuyendo sus actividades de manera
flexible entre sus subsidiarios internacionales para flexibilizar
los recursos materiales,
humanos y financieros(6).

Ciertamente, en la actualidad se está creando un
juego global
múltiple en el que participan no sólo naciones sino
también corporaciones y sindicatos,
agrupaciones políticas, étnicas y culturales,
asociaciones transnacionales y agencias supranacionales. El
estado-nación ve así limitada su libertad de
acción
y desplazado o disminuido su poder a medida
que va tomando forma un sistema global
radicalmente nuevo.

Desde su postura, Stuart Hall argumenta que gracias a la
globalización las identidades están más
desvinculadas de un tiempo, lugar,
historia y
tradición. Todo esto llevaría a una ruptura con la
vieja idea de identidad
nacional y a la aparición de un nuevo plan de renovadas
y cosmopolitas posibilidades abiertas por la globalización
de la cultura. Según Hall, las identidades se
harían más políticas, más plurales y
más diversas; menos estancadas y unificadas(7).

Otra parte de este complejo debate
está en una corriente de análisis que sugiere que el objetivo de la
globalización bien podría ser llegar a concentrar
el control sobre las
fuerzas productivas entre un reducido grupo de
estados económicamente poderosos. Es más, la
globalización, vista como un paradigma de gobierno impuesto por un
grupo de estructuras
corporativas y estatales dominantes, podría tener como
resultado la acentuación de diferencias locales y el
fortalecimiento de "bloques" regionales de política y
comercio. En
este contexto de gigantesco poder de corporaciones
transnacionales, no parece estar muy claro lo que ocurrirá
con el papel de los estados-nación.

Por otra parte, son cada vez más patentes los
intentos por parte de instituciones
nacionales, regionales y globales de regular los flujos
transnacionales de los medios de
comunicación. Sin embargo, las grandes instituciones
están principalmente representadas por elites
políticas y comerciales nacionales, y reflejan sus
intereses establecidos, lo cual confirma la sospecha de que
más que ver la globalización como un proceso que
subvierte uniformemente lo nacional, podríamos ver los
estados-nación como jugadores poderosos en el proceso de
construcción de lo global. Para algunos,
este proceso de globalización puede incluso consolidar
algunos estados-nación a la vez que se van debilitando los
que ya son débiles(8).

La tendencia a la globalización también
puede ser vista como la causante de un nuevo orden mundial en el
que el significado de fronteras políticas, identidades
nacionales y diferencias regionales y culturales aparece reducido
a través de la información distribuida por las grandes
firmas. Visto de este modo, las experiencias compartidas a escala
global a través de los medios de
comunicación trascenderán con el tiempo las
diferencias entre los ciudadanos de naciones o regiones
separadas. Esta es una visión compartida por Herbert
Schiller, una de las voces más críticas de los
medios de
comunicación transnacionales, que afirma que:

Bien expresados están los objetivos del
"de momento" no restringido orden corporativo global: fronteras
abiertas, que pueden ser transgredidas; comercio abierto, que les
permite prevalecer a los más poderosos; mentes abiertas,
que están a merced de las corrientes globales de las
industrias
culturales(9).

Para Anthony Smith, una autoridad en
nacionalismo,
el desarrollo de
medios de comunicación globales no significa
necesariamente que un mismo contenido sea compartido por todas
las sociedades.
Por el contrario, considera probable que las culturas nacionales
mantengan y hasta aumenten su presencia en los medios de
comunicación en respuesta a tendencias globalizadoras.
Desde este punto de vista, se puede decir que los sistemas
informativos nacionales conservan una fuerte
especialización: cada uno se ha ido desarrollando a lo
largo de los siglos dentro de una cultura particular y hoy forman
parte de un vasto sistema social en el que todos los elementos
son interdependientes.

Por su parte, Tapio Varis se sitúa en una
línea próxima a la anterior afirmando que a pesar
de que se habla mucho del crecimiento de la globalización
de la economía
mundial, de los mercados y de las políticas, muchas
tendencias actuales, como el aumento de conflictos
étnicos y nacionalistas o el proteccionismo, tienden a
confirmar lo contrario y no apoyan la visión de apertura
global e integración(10).

El incremento de la cantidad de información no
significa que estemos mejor informados que antes. Los ciudadanos
ven la sociedad de la información como un mundo complicado
e inseguro en el que es difícil encontrar la
información esencial y permanente, puesto que todo cambia
rápidamente e incluso los valores
básicos resultan fluctuantes. Si no hay cambios, el hombre y la
sociedad no evolucionan, pero un cambio
excesivo y constante, por otra parte, crea inseguridad e
inestabilidad, que pueden revestir formas peligrosas. Los
movimientos sociales y religiosos intransigentes son, en parte,
consecuencia de los intentos de simplificar el mundo complejo de
hoy recurriendo a verdades antiguas, el pasado representa
seguridad y el
porvenir se presenta como algo cada vez más
inseguro(11).

La
globalización de la comunicación

El estudio de la comunicación desde una óptica
internacional es un fenómeno relativamente reciente. Hasta
no hace mucho, especialmente en Europa, la
investigación en el campo de la
comunicación ha estado restringida por fronteras
nacionales y basada en necesidades locales e intereses de
determinados colectivos. Pero las geopolíticas europeas
caracterizadas por rápidos movimientos hacia la
unificación, la integración de las economías
europeas y la internacionalización de la
comunicación, han estimulado con rapidez el crecimiento de
los estudios de comunicación en Europa.

Así pues, si se analiza el fenómeno de la
globalización desde la perspectiva de la
comunicación, podría decirse que los modelos de
interacción social y los flujos de
información se están produciendo de manera
creciente más allá de sus límites para
formar nuevas bases de identidad
política y cultural. En contraste con la tendencia
histórica a pensar que los medios de comunicación
llevan a cabo una integración vertical de las sociedades
dentro del entorno del estado-nación, los emergentes
modelos de interacción social, de organización política y de flujos de
información, están siendo suplantados por modelos
de integración horizontal transnacional.

Los investigadores británicos Kevin Robins y
James Cornford afirmaron hace ya algún tiempo que hacer un
análisis de los medios de comunicación hoy era
formular simultáneamente cuestiones de economía
(producción, distribución y consumo) y
cuestiones culturales (significados, identidades y estilos de
vida), porque en el período que estamos viviendo, tanto
las industrias
mediáticas como las culturas de los medios de
comunicación están atravesando procesos de
globalización complejos y a veces
contradictorios(12).

La idea de globalidad se constata ahora
fácilmente. Objetos que sólo se podían
comprar en el mercado local se pueden adquirir ahora
instantáneamente en cualquier lugar del mundo. Del mismo
modo, antes sólo se podía ser espectador de los
hechos que ocurrían en el propio ámbito de cada
persona. Hoy
las computadoras y
las telecomunicaciones permiten ser espectadores
universales. Gracias a la
televisión, la radio,
Internet, el
ordenador, el teléfono (el móvil y la tecnología GSM), el
módem, el fax y las
autopistas de la información, es posible conocer en tiempo
real lo que está sucediendo en cualquier parte del
mundo.

No obstante lo anterior, el actual plan de
construcción de una autopista de la información en
Occidente a menudo es visto como una vía para mejorar el
acceso de las grandes empresas,
particularmente las estadounidenses, a los mercados
globales.

En esta posición de dominio de dichas
empresas, la autopista de la información estará al
servicio de
los países que se pueden permitir pagar por la
información. Una de las funciones
más significativas de la globalización es la
llamada "libre circulación de la información", pero
hoy es evidente que este servicio está construido desde
una perspectiva principalmente estadounidense. Actualmente la
tecnología está transformando en todas partes las
estructuras de los medios de comunicación: los uniformiza
y los mundializa. Gigantescas firmas multinacionales,
estadounidenses en su mayor parte, acentúan su influencia
y por todas partes se denuncia una "norteamericanización"
galopante.

Desde una perspectiva más económica,
existe de forma generalizada una preocupación por el hecho
de que los contenidos de los grandes productos mediáticos están determinados por la
dinámica del marketing
global y que las economías de escala globales acaban con
los mercados de la producción cultural local en muchos
países. La mayor parte de los estudiosos coinciden en que
este hecho tiene que ver, al menos en parte, con el creciente
alcance global de las corporaciones transnacionales y con el
carácter internacional y la interrelación de las
economías locales.

Nadie pone en duda la evidencia de la creciente
convergencia cultural, que tiene su más clara
manifestación en los software y hardware de los productos de
los medios de comunicación transnacionales a través
de las telecomunicaciones, la informática, el cine, el
vídeo, la televisión, las revistas, los CDs, y la
presencia física
en localidades como tiendas, comodidades (coches, tabaco,
perfumes…) y otros negocios,
bancos o
agencias publicitarias que son claramente reconocibles como parte
de corporaciones gigantes, si no globales.

Los mass media se están convirtiendo en
crecientes imperios globales sin  fronteras nacionales. El
concepto de
industria
cultural surgió en los años cuarenta con Adorno y
Horkheimer, miembros de la llamada escuela de
Frankfurt. Con este concepto se referían a la cultura de
masas materialista, principalmente a la radio y al cine.
Para ellos, el concepto opuesto sería una cultura
alternativa que fuese libre del determinismo técnico.
Posteriormente, muchos teóricos hablaron de los medios
alternativos, de formas alternativas de comunicación en
pequeña escala que pueden actuar contra los gigantes
concentrados de los medios y contra el poder de
éstos(13).

En el pasado, la mayor parte de los periódicos,
estaciones de radio y de televisión era de propiedad
local e iban dirigidos a audiencias locales. Las revistas
empezaron a convertirse en medios nacionales en el siglo
diecinueve, igual que el cine y la industria discográfica
en el veinte. Las cadenas de televisión empezaron a
finales de los años veinte a establecer programas y
audiencias de ámbito nacional. En los ochenta, las
transmisiones por satélite convirtieron a
periódicos como USA Today en medios nacionales e incluso
internacionales. Tras las grandes concentraciones de los noventa,
los conglomerados internacionales de empresas de la
comunicación ya no se mueven por ideologías
políticas u orientación nacional, sino por la
necesidad de obtener beneficios.

Sin embargo, teóricos como Straubhaar, en una
crítica
a la idea de globalización concebida como la
homogeneización (dirigida principalmente por los EEUU) de
la televisión y la erosión de
las diferencias culturales y nacionales, defienden que de ninguna
manera existe un flujo unidireccional de contenidos de los medios
de comunicación de pocos a muchos. Sugiere que la extensa
demanda
abierta por la liberalización, la comercialización, la privatización y las nuevas
tecnologías en muchos sistemas de comunicación
nacionales no sólo llevó al aumento de las tiradas
de medios de comunicación occidentales sino que
también posibilitó la apertura de más
canales de
distribución para producciones de medios locales,
nacionales y regionales(14).

Tampoco Miquel de Moragas parece coincidir con las
opiniones mayoritarias. Según él, la
comunicación de la sociedad actual, a pesar de la nueva y
destacada presencia de procesos de ámbito transnacional,
no puede ser calificada como la de la comunicación
transnacional, sino como la de los múltiples espacios de
comunicación, por lo que tantas razones hay para llamarle
a nuestra sociedad la sociedad transnacional como para llamarla
sociedad local. Así, esa importancia de lo local no se
manifestaría únicamente en la creación de
espacios de comunicación (multinacional, nacional,
regional y local) sino que también lo haría en las
nuevas formas de producción de la
información".

Para Moragas, no nos encontramos sólo ante unas
nuevas tecnologías que posibilitaron el rápido
desarrollo de la comunicación internacional y ante unos
nuevos medios de comunicación, sino que estamos ante unas
nuevas lógicas de su implantación y unos nuevos
usos sociales de la información. Las modernas
posibilidades de la difusión transnacional (vía
satélite) y local (vía cables) no sólo
multiplican los medios de comunicación, sino que
también los espacios de difusión de
ésta(15).

El proceso actual de
glocalización

Alvin Toffler sintetizó a principios de los
años ochenta los grandes cambios sociales, que se
habrían producido por oleadas, de modo que cada una de
ellas sepultó a culturas y civilizaciones anteriores y las
sustituyó por formas de vida inconcebibles hasta entonces.
Así, la primera ola de cambio habría estado
representada por la revolución
agrícola y la segunda por el nacimiento de la
civilización industrial. La tercera sería la que se
está viviendo ahora. Además de las numerosas
implicaciones sociales y económicas, Toffler
estudió también el impacto de la globalidad en la
civilización y sobre ello afirmó que

La tercera ola parece estar engendrando también
una nueva perspectiva que es intensamente local y, sin embargo,
global, incluso galáctica. Por todas partes encontramos
una nueva atención a la "comunidad" y al "barrio", a
la política local y a los lazos locales, al mismo tiempo
que un gran número de personas, con frecuencia las mismas
que presentan una orientación más local, se
interesan por asuntos mundiales y se preocupan por el hambre o la
guerra que
tiene lugar a diez mil millas de distancia(16).

Como quiera que definamos el fenómeno de la
globalización, los mass media juegan un importante papel
en él: Los medios de comunicación del fin de
milenio sirven de vehículos para la expresión de
valores y la
distribución de información que conecta a
telespectadores, oyentes, lectores y usuarios locales con una
inmediatez y flexibilidad novedosas y quizás
impredecibles. Pero al mismo tiempo los medios de
comunicación desempeñan roles contradictorios: son
fuentes de
resistencia
contra la globalización, pero también son
protectores del capitalismo,
agentes de democratización y herramientas
para la glocalización, es decir, constituyen herramientas
del doble proceso de globalización de lo local y de
localización de lo global que se está dando a nivel
mundial y que se define con el término
glocalización(17).

Manuel Castells(18) hace referencia al concepto
glocalización, entendida como la articulación entre
lo global y lo local desde una visión urbana, como una
noción que hoy se aplica tanto a la economía (la
ciudad como medio económico adecuado para la
optimización de sinergias) como a la cultura (las
identidades locales y su relación dialéctica con el
universalismo informacional de base mediática). La
glocalización supone para él destacar el
ámbito urbano y el papel gestor-coordinador-promotor de
los gobiernos locales para la implementación de
políticas que tienen en cuenta unos referentes globales y
que se posicionan respecto a ellos. En síntesis:
globalización más proximidad.

Castells también observa las paradojas actuales
que dificultan ese proceso de glocalización y que se ven
reflejadas en continuos y diversos desajustes entre las
autoridades locales y los organismos internacionales. La
conclusión que se deriva de su análisis es que la
glocalización es hoy una realidad escasamente
institucionalizada, pero no por eso menos fuerte. Su
regulación solamente es posible si actúan los
únicos mediadores que tienen los medios de
comunicación y la legitimidad formal para hacerlos: los
gobiernos nacionales.

Por su parte, Armand Mattelart(19) alude al citado
proceso de glocalización desde el punto de vista del
mercado. Los ámbitos local, nacional e internacional se
consideraban a principios de siglo como compartimentados,
mientras que el nuevo esquema actual de representación de
la empresa y
del mundo asocia los tres niveles. Para Mattelart, toda estrategia de
empresa en el
mercado mundializado debe ser a la vez global y local, y ello se
traduce en lo que los empresarios japoneses expresan a
través del neologismo inglés
glocalize.

Las técnicas
de comunicación e información son, con los servicios que
posibilitan, indiscutiblemente factores importantes para el
desarrollo de las naciones y especialmente de las
economías de países pequeños o periféricos. Los modernos medios de
comunicación electrónicos de ámbito global
que se mueven en tiempo real, suponen muchas veces el excesivo
distanciamiento del mensaje del ámbito local donde es
recibido. Como contrapartida están los pequeños
medios locales, los lugares tradicionales de reunión y
comunicación, como las iglesias, las plazas o los
cafés, así como los medios de comunicación
alternativos(20).

Los agentes de localización están formados
por los movimientos y líderes nacionalistas, religiosos y
culturales que dan voz a los intereses de las periferias, y la
idea de medios de comunicación locales o regionales se
asocia normalmente a la idea de comunidad, que a su vez se asocia
con ideales de integridad territorial y cultural. El nuevo orden
de los medios de masas supone procesos contradictorios y
conflictivos, ya que ponen en duda cualquier sentido de unidad y,
en consecuencia, las escalas geográficas se hacen
difíciles de separar. Especialmente en el caso de los
medios audiovisuales, se está dando una tendencia a la
ruptura de viejas líneas y fronteras de culturas
nacionales, que son vistas como obstáculos para la
expansión de los mercados de los media. Las
geografías audiovisuales están siendo separadas de
los espacios simbólicos de culturas nacionales y
realineadas en base a principios demográficos
simbólicos de consumo más universales y a segmentos
de mercado.

Obviamente, estos procesos que se están
produciendo a nivel mundial tienen consecuencias e implicaciones
en los pequeños espacios regionales y locales, hecho que
obliga cada vez más a los medios de estos espacios a
reconfigurarse y reimaginarse a sí mismos dentro del
contexto de un emergente orden global de los medios de
comunicación.

En el caso de Europa, se están produciendo
paralelamente grandes cambios en la economía y en la
organización de los medios de comunicación: por
una parte, los proveedores de
contenidos (prensa y sector
audiovisual) europeos aún están actuando en el
ámbito de los mercados nacionales con fragmentaciones
hechas por líneas nacionales y barreras
lingüísticas. Por otra, los mercados del hardware,
software, servicios telefónicos y aplicaciones
enlínea como Internet se están haciendo cada vez
más globales.

A pesar de la creciente globalización, en Europa
existen iniciativas creadas con el fin de impedir que esa
globalización ahogue al localismo. El Libro Blanco
de la Unión
Europea señala que el desarrollo de la sociedad de la
información será un fenómeno global, pero
fija los siguientes objetivos (obsérvese el
segundo):

1. Establecer desde el principio pautas globales. Las
empresas y los actores económicos europeos deben
desarrollar sistemas abiertos y elaborar unas estrategias
internacionales que les permitan aliarse. El objetivo final es la
apertura de un tercer mercado y la supresión de todo tipo
de discriminación.

2. Al mismo tiempo, asegurar que estos sistemas den
cabida a las características peculiares de Europa, como el
plurilingüismo, la pluralidad de las culturas y de las
economías, y que contribuyan a salvaguardar el modelo social
de Europa.

3. Crear las condiciones necesarias para el desarrollo
de las técnicas básicas europeas y una industria
eficiente y competitiva(21).

En definitiva, resulta cada vez más evidente la
existencia de una doble y simultánea tendencia de la
comunicación en este nuevo siglo. Estamos hablando de la
globalización y de la atención a lo local, dos
caras dentro del mismo mundo informativo. Lo local busca su
espacio en la proximidad, mientras que la tecnología y la
economía nos conducen a un escenario que cada vez tiene
menos barreras.

Sin embargo, aunque las autopistas de la
información todavía no lleguen a todos los hogares
inmediatamente, ni siquiera en los países ricos, no
dejarán de incrementar la afluencia de servicios y de
diferentes tipos de mensajes a las casas, y en el ciberespacio
creado por los diferentes medios es posible estar en contacto con
los amigos y conocidos a través de combinaciones de
sonido,
imagen y
texto. Pero es
posible que nos tengamos que enfrentar también con el
problema de un nuevo tipo de soledad, ya que los medios pueden
imitar bien al hombre y a la
naturaleza,
pero nunca podrán sustituir el verdadero contacto
físico del ser humano.

Todo ello lleva a reflexionar sobre la necesidad de
analizar los mitos de la
globalización críticamente, porque, como asegura
Tapio Varis, "incluso el concepto de aldea global es
equívoco, puesto que en una aldea todas las personas se
conocen, mientras que en la comunidad mediática global el
contacto se simula a través de los medios y
unidireccionalmente"(22).

Bibliografía:

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– VARIS, Tapio: Os medios na era do coñecemento,
Ed. Lea, Santiago de Compostela, 1998.

– WILLIAMS, Raymond: Culture and Society, Ed. Penguin,
Harmondsworth, 1961.

NOTAS

(1) SREBERNY-MOHAMMADI, Annabelle, WINSECK, Dwayne,
MCKENNA, Jim, BOYD BARRET, Oliver (editores): Media in global
context, Ed. Arnold, Londres, 1997.

(2) HALLORAN, James: "International Communication
Research: Opportunities and Obstacles", en MOHAMMADI, Ali
(editor): International Communication and Globalization, Ed.
SAGE, Londres, 1997, p. 43.

(3) MATTELART, Armand: "Una comunicación
desigual", en O Correo da UNESCO, núm. 115, marzo 1995,
Santiago de Compostela.

(4) WILLIAMS, Raymond: Culture and Society, Ed. Penguin,
Harmondsworth, 1961.

(5) SREBERNY-MOHAMMADI, Annabelle, WINSECK, Dwayne,
MCKENNA, Jim, BOYD BARRET, Oliver (editores): Media in global
context, Ed. Arnold, Londres, 1997.

(6) HAWKINS, Richard: "Prospects for a global
communication infraestructure in the 21st century: institutional
restructuring and network development", en SREBERNY-MOHAMMADI,
Annabelle, WINSECK, Dwayne, MCKENNA, Jim, BOYD BARRET, Oliver
(editores): Media in global context, Ed. Arnold, Londres,
1997.

(7) HALL, S: "The Question of Cultural Identity", en
HALL, S., HELD, D. y MCGREW, T. (editores): Modernity and Its
Futures, Ed. Polity Press, Cambridge.

(8) SREBERNY-MOHAMMADI, Annabelle, WINSECK, Dwayne,
MCKENNA, Jim, BOYD BARRET, Oliver (editores): Media in global
context, Ed. Arnold, Londres, 1997.

(9) SCHILLER, H.: Information Inequality: The Deepening
Social Crisis in America, Ed. Routledge, New York,
1996.

(10) VARIS, Tapio: "The media of the knowledge age", en
Ledo Andión, Margarita (editora): Comunicación na
Periferia Atlántica, Ed. USC, Santiago de Compostela,
1996, pp. 353-361.

(11) VARIS, Tapio: Os medios na era do
coñecemento, Ed. Lea, Santiago de Compostela, 1998, p.
73.

(12) ROBINS, Kevin y CORNFORD, James: "Local and
Regional Broadcasting in the New Media Order", en Ledo
Andión, Margarita (editora): Comunicación na
Periferia Atlántica", USC, Santiago de Compostela, 1996,
pp. 67-84.

(13) VARIS, Tapio: Os medios na era do
coñecemento, Ed. Lea, Santiago de Compostela, 1998, p.
114.

(14) SREBERNY-MOHAMMADI, Annabelle, WINSECK, Dwayne,
MCKENNA, Jim, BOYD BARRET, Oliver (editores): Media in global
context, Ed. Arnold, Londres, 1997.

(15) MORAGAS SPÁ, Miquel de: Sociología de
la comunicación de masas, Ed. Gustavo Gili, Barcelona,
1986.

(16) TOFFLER, Alvin: La tercera ola, Ed. Plaza y
Janés, Barcelona 1980, p. 21.

(17) HALLORAN, James: "International Communication
Research: Opportunities and Obstacles", en MOHAMMADI, Ali (ed.):
International Communication and Globalization, Ed. SAGE, Londres,
1997, p. 21.

(18) CASTELLS, Manuel: La era de la información.
Economía, sociedad y cultura, Alianza Editorial, Madrid,
1999.

(19) MATTELART, Armand: "Una comunicación
desigual", O Correo da Unesco nº 115, marzo 1995, Santiago
de Compostela.

(20) VARIS, Tapio: Os medios na era do
coñecemento, Ed. Lea, Santiago de Compostela, 1998, p.
33.

(21) Op. cit., p. 82.

(22) Op. cit., p. 121.

 

Dra. Sonia Fernández Parratt

Profesora de la Universidad
Carlos III de Madrid

Partes: 1, 2
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